EL AMIGO QUE PERDI

Es mañana y no le veo en su clase, Es tarde y no esta conectado. Ya no me importa mucho en realidad, paso de frente o apago la computadora. Me siento como un ser inerte, alguien a quien le han arrancado el corazón y le obligan a seguir viviendo. Todo se torna borroso e inexplicable por algunas lágrimas que brotan sin permiso a razón del nudo en la garganta.

Solía esperarlo, alegrarme cuando lo veía, lanzarme hacia el y ser su amiga, ahora camino de frente con algo roto dentro de mi, algo que no volverá. Solíamos compartir, un día me vi hablando sola, había alguien a mi lado pero era un monigote que no me oía y por lo tanto nada decía para no herirme. MI amigo había olvidado nuestra “amistad”.
La peor cosa en la vida, peor que la muerte es el olvido. Y ambos olvidamos algo importante, que ahora debe estar en el ático de los recuerdos, resistiéndose a ser recordado. De nuevo estoy llorando y todos me ven, ya no me importa. Cuando alguien muere se llora, cuando algo se olvida también debería llorarse porque es una forma de no existencia, mas horrible que pasar a mejor vida. Y olvidar la amistad es peor que todo.

Se sentirá igual a la mañana siguiente y la siguiente hasta que me acostumbre a vivir sin esa parte de mí, sin su presencia constante en mi vida. Así como el manco se resigna a perder su mano y con el tiempo se acostumbra a no tenerla, se resigna más bien. Aquel que pierde algo o lo olvida, primero piensa que volverá, que todo es un sueño, que va a pasar hasta que se da cuenta de que hay que seguir adelante, pero sin eso, sin el, solo quedara la cuenta de que si fuimos amigos y nos quisimos, lo quiero mucho.

Lei en un libro que encontramos en un amigo lo que no tenemos, que un amigo es ese algo que nos falta. Nosotros vamos por la vida incompletos, hasta que hallamos un amigo, quien le da sentido a la realidad y la realidad cobra sentido cuando lo vemos a lo lejos, caminar, y cuando escuchamos su voz volteamos a ver, felices de tenerlo a nuestro lado. Un amigo es aquello que te enlaza con todo, con el que sufres, ries, compartes, al que esperas para contarle lo que estas leyendo y en el que piensas cuando ves algo divertido o extraño, al que acompañas o por el que te dejas acompañar cuando no quieres ver a nadie.

El era todo eso para mi, mis ojos, mis oídos, mi corazón latiendo fuerte, la persona a la que siempre podía recurrir si el mundo me daba la espalda, mi querido F.J., mi héroe. El era alto y yo pequeña. Me gustaba cuando me hacia sombra, en ocasiones, hay que reconocer que tiene talento para escribir y hacer de una tontera algo brillante. Pero su sombra me protegía, el en su totalidad me daba felicidad y ahora cada vez que pienso en el, lagrimas corren por mis mejillas. Apago la computadora y me voy a dormir, pensando en todas las cosas que nunca le dije, en todas las cosas que nunca serán, porque jugamos durante el verano soleado, dejamos pasar la primavera y no percibimos el otoño, así que cuando llego el invierno nos congelo y al despertar era verano nuevamente pero nosotros, nosotros éramos distintos.
Dos extraños sin nada que decirse, uno busca amigos de toda la vida y de pronto el otro escapo de ella. Yo creía que su silencio era algo que yo podía complementar con mi bulla, ahora su silencio es algo que me incomoda y mi bulla algo que lo ofende. ¿Cómo pudimos olvidarnos? Puedes estar cerca a alguien físicamente, pero su mente esta a kilómetros. El me olvido, fue cosa del destino porque nada es para siempre y la amistad no escapa de la teoría general del NUNCA-SIEMPRE.

Un día se cambio de clase y no volvió mas, los días se tornaron difíciles, no podía reconocerlo muy bien y aunque nunca fuimos muy cercanos porque cada uno tenia su vida, éramos como el péndulo oscilante, se va y regresa, pero el se fue y no regreso, a pesar de que yo lo esperaba. El podía pelearse con el mundo pero nunca conmigo, las personas cambian, el me dejo incompleta de nuevo. Con esa vaga pero permanente sensación de impotencia, de ver como todo se iba, como la arena de las manos.

El tiempo pasó sobre nosotros y aplasto nuestros recuerdos, fue una mañana de invierno, en que yo te mire y tú me esquivaste, o tú me miraste y yo te esquive. Desde entonces me convertí en una intrusa en tu vida, en alguien que quiere entrar a la fuerza y quedarse cuando no lo quieren allí. Pase de sentirme tu amiga, a sentir como un ladrona que entra por la ventana y es descubierta, quien solo siente vergüenza.

Empecé a olvidar y tú no quisiste recordarme.

No puedo recordar como empezamos a ser amigos, no puedo recordar ningún momento con el, no puedo y no quiero, si ya lo olvide pues que quede ahí. Mejor para el, mejor para mi. Dos extraños no tienen nada que decirse, nada que reprocharse, no tienen nada en común. Pero lo malo es que no somos dos extraños, somos amnésicos que quieren recordar porque están cerca el uno del otro, pero los recuerdos se los llevo el tiempo o será quizá que la amistad se cultiva y a nosotros nos falto eso. No basta con escribir te quiero, no basta decirlo, hay que sentirlo y entonces lo demás sobrara.

Miro a mí alrededor, me preguntaste una vez, ¿me quieres? Y no sabia que responderte, luego te dije si. Por eso duele, por eso estoy llorando mientras escribo esto, por eso llore en la mañana de hoy, no porque sienta de que pude hacer algo, no, lloro porque aunque es difícil de creer, sucedió. Ya no me importa mucho, creo, mañana será duro sin ti, pero así como tu te acostumbraste y compartes con nuevos amigos, yo tengo un buen puñado de viejos amigos que restituirán ese 50% perdido y el sol volverá a brillar, aunque seamos ahora líneas perpendiculares, que se tocaron en algún punto y ahora se alejan, hasta perderse, todo va a pasar, tu lo dijiste no hay herida que no cicatrice con el tiempo, solo que suena raro ya que estamos hablando de nosotros.

¿A dónde van los amigos que perdí? Se van a la clase de al lado y no vuelven.
¿A dónde te fuiste tú?

26 de mayo de 2009, ha 7 meses de tu cumpleaños.